V. Mourelo

Web oficial del artista F. Vázquez Mourelo

ESPACIO INTERIOR

Armaga

Ármaga. Galería de Arte (Alfonso V, 6  24001 León)

Mayo 2016

Espacio interior

comillasSecuela de Stand by Pass, expuesta por vez primera en la Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao dentro de la muestra Homenaje a Tapies y argumentario principal que sirve de arranque a esta nueva serie, Espacio interior  sienta la que será la base de la propuesta artística de Vázquez Mourelo para los próximos años.

Esta nueva serie profundiza en algunos de los aspectos que ya se perfilaban en Stand by Pass  como la actitud autista de la vida contemporánea en la que el individuo permanece indiferente a las señales del exterior, marcando una línea de defensa ante lo externo al mismo tiempo, inmerso en la sensación de estar desprotegido y ser vulnerable. Un individuo que opta así por esconderse en un espacio interior sin capacidad de contacto manteniéndose siempre en una especie de desarrollo embrionario que le impide crecer. Los astronautas, protegidos en el estrecho espacio vital de su biónico traje surgen como metáforas de esa incubadora en la que a veces creemos estar seguros.

Para desarrollar esta serie, el artista se apropia de la desafiante aventura utópica como fue el proyecto Apollo y la carrera espacial con el pulso entre americanos y rusos en la que las misiones especiales terminaron convirtiéndose en una distopía.

Abstracciones ante el abismo

Apuntando la relación con nuestra evolución como seres sociales, la obra refleja figuras que vagan en un paisaje del pasado, pero a la vez futurista… Los paisajes lunares, habitualmente enmarcados en el territorio de la ciencia ficción, son un entorno baldío e inhóspito donde los seres humanos se sienten abstracciones ante el abismo.

El único espacio en el que el astronauta puede vivir es en el interior, entre la goma de un traje espacial y su propia piel. Pero, ese espacio de sueño, de emoción y sensaciones es muy estrecho… solo está en el propio yo, y de ahí su soledad ante una inmensidad que no le compaña, no le entiende y no le da cobijo.

La aventura de la conquista de la luna fue colectiva, pero a la par tremendamente individual con quienes tras un largo viaje contemplaron la Tierra desde la inmensidad, pero también desde ese sentirse únicos testigos de un lugar incompresible, inasible, solo imagen, un lugar imposible de narrar.

En la serie encontramos constantes referencias a una cierta simbología primaria, signos que acompañan la aventura de descubrir y de transmitir, de crear sentido sobre lo que no comprendemos que evidencia cómo en los momentos en los que nos sentimos en peligro aparecen los fetiches y las señales primitivas… en cierto modo, es revivir un génesis, un empezar de nuevo.

En Espacio interior  subyace un transfondo metafísico, existencial y espiritual… como nuestra aventura como especie en la búsqueda de respuestas, Espacio interior  es nuestro paisaje lleno de preguntas. Un espacio sin utopías donde aparecen de nuevo las supersticiones y nos convertimos en premodernos.

Los rasgos visuales

Los rasgos visuales de la serie vienen marcados por un cierto aire arqueológico que pretende recrear una aventura soñada, no consumada, con trazas de futuro que para nosotros, ya hoy, son pasado. En las fantasías contemporáneas, con ese juguete llamado progreso, parece que hubiéramos ido mas allá de nuestros sueños, de nuestros deseos y nuestro soñado futuro y lo hubiéramos dejado, lejos, muy lejos, detrás de nosotros. Espacio interior  deja entrever que las utopías más que inalcanzables son fronteras que se han traspasado.

El gris que envuelve la obra recrea una atmósfera inhóspita como elemento común. En una actitud personal, el autor reivindica lo contaminado y tóxico frente a la dictadura de lo brillante y nítido que se nos impone como estética del triunfo de lo tecnológico, una claridad que no deja de ser un trampantojo que oculta una vida que no es cristalina.

La serie con un punto de partida fotográfico en una reinterpretación pictórica, que bebe de elementos como la cartelería política o la primitiva fotografía espacial, con la que el autor evoca el espacio sin verlo a través del objetivo… El espacio, como un lugar confuso, en el que el yo se pierde, se disgrega y acaba desapareciendo engullido por el paisaje.

Vázquez Mourelo utiliza en clave baconiana los trajes espaciales que reemplazan la estructura del individuo convirtiéndose en su otra piel… El espacio, teatral, convertido en un entorno pautado donde los personajes viven sujetos, dependientes, atrapados, en su único lugar posible, en un único recorrido y es que en muchas ocasiones, lo que nos rodea es mucho más poderoso que nosotros, y nos convierte en una somera anécdota.

Las imágenes de Espacio interior  las contemplamos desde un futuro lejano, son arqueología de un presente… con una brillante hibridación no propia de la pintura en la que una atmósfera inhumana se entremezcla con citas al realismo como las cápsulas espaciales en las que Vázquez Mourelo acentúa el aspecto de juguete que tenían artefactos artesanales en la inmensidad de un espacio infinito en una interesante abstracción de lo tecnológico.

Lejos de recrear la carrera espacial, el artista traza un vínculo entre lo ideológico y lo tecnológico… No busca que el espectador acompañe al astronauta en su viaje espacial sino que reflexione sobre el propio viaje una vez terminado, el viaje al propio espacio interior.comillas

 

 

Fernando Vázquez Mourelo

Sobre el autor

Fernando V. Mourelo (Cacabelos -León-, 1965) es un artista español considerado como uno de los más destacados representantes de la pintura figurativa más contemporánea.

Natural de El Bierzo, V. Mourelo se empapó desde muy niño de los colores, contrastes, ritos y luces del valle leonés. Su temprana vocación por la pintura, le llevaron a trasladarse a Salamanca para formarse como artista en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. Su pasión por la libertad creativa de Picasso, el color y el gesto de El Greco y el grafismo y la temática de Fernand Léger marcaron sus inicios artísticos.

Tras concluir su estudios y doctorado en Bellas Artes firma sus primeras exposiciones individuales a finales de los 90 en las que ya quedó patente su profundo conocimiento de la pintura tanto desde el punto de vista técnico interdisciplinar como de relato marcando las primeras pinceladas de una obra a medio camino entre lo abstracto y lo figurativo.

 

 

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